miércoles, 31 de diciembre de 2014

En los ovarios de algún hombre

Algunos nacemos en carne disidente, creados para la protesta forzada en una sopa de circunstancias y realidades demasiado dulces o saladas. En esto pienso todos los días. Algunas mañanas parece que el recordatorio se tiñe de rojo y se dibuja en mis sábanas y mi piel, se aferra sanguinolenta entre mis piernas y abraza mi vientre, a veces me llama de madrugada  en la melodía de un intenso dolor. Es sangre. Me muestra el filo de la soledad absoluta, de la que nadie puede escapar, la soledad de unos ojos confundidos mirando a un cuerpo que muta inalterable. 

Ya no es la lucha contra un cuerpo.

Es la protesta silente contra algo más. 

Algunos nacen en carne disidente, no hay más. Para el boicot y la rebelión, algunos nacen en cuerpos revolucionarios, mixtos y ruidosos, contraculturales y absolutamente "degenerados". Qué orgullo la subversión de mi masculinidad, que se permite sangrar una vez en cada luna, sin preguntar ni pedir perdón. 

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