martes, 9 de julio de 2013

Líneas de madrugada.

...Sus ojos inertes miraban al vacío, el sonido se devoraba a sí mismo - Silencio - y el palpitar de la sangre dentro de su piel, incrustada en lo profundo de aquella cueva de carne, el oasis era...y el desierto sus pensamientos sedientos, ahogados, desesperados, ruidosos, muriendo - Silencio - la realidad, que tranquila era, es un lienzo en blanco, como la nieve, y los besos en ella.

Una línea de media noche.

Tal vez y termine comiéndome las hojas donde escribo, quien sabe...tal vez.

sábado, 25 de mayo de 2013

Literatura vanguardista: Surrealismo, un viaje a la mente dormida

Hace no menos de un mes en la clase de literatura, la profesora nos hace una breve explicación del nuevo tema que estamos por ver : Página 198 - de nuestro libro - El Vanguardismo y sus géneros - como siempre hace especial énfasis en el titulo y aguarda por unos segundos esperando a que alguno levante la mano y nos introduzca al contexto histórico o simplemente haga alguna acotación importante (rara vez  alguien lo hace), el salón estaba en completo silencio, hojeábamos las páginas siguientes y me doy cuenta de un corto pero extraño texto titulado "Selva negra", en las que se mostraba palabras sin conexión alguna y que parecían moverse por toda la hoja mientras leía, desconcertadas de si mismas, me divertía con ello ¿Qué era eso tan singular que estaba leyendo?, sin embargo ya sospechaba yo de que se trataba, al menos un poco, me detuve en la décima tercera línea de aquel  poema para llevar mis sentidos a la explicación de la profesora, sabía que en algún momento tendría que hablar del escrito, tenía que hacerlo...¿o acaso era el único que lo había notado?, daba golpes rápidos con el lápiz en el escritorio, señal de que estaba empezando a perder la paciencia.

Aquí la obra:


Selva negra
Out
Tierna cápsula
ect. melón
Madame de Saint-Gobain encuentra el tiempo
largo sola
Una chuleta se aja
Relieve de la suerte
Dónde
Sin postigos
Esa paloma blanca
Cascadas
Los acarreadores de tríneos son favorecidos
Sopla
Que salubre es el viendo
el viento de las cremerías
El autor del Albergue del Ángel de la Guardia
A propósito
Desde Tubinga a mi encuentro
Se dirigen los jóvenes Kepler Hegel
y el buen camarada.

                             Rimbaud Habla.

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Me sumergí en mi mundo: pensando en las posibilidades de aquella obra que me había llamado tanto la atención, a veces  pensando en nada y de vez en cuando pensando en todo. Hasta que escucho a la profesora comenzar una nueva explicación ¡por fin! habíamos llegado al tema...- La escritura automática - dijo, sí, tal como suena, no se ustedes pero yo imaginé unos dedos callosos golpeando las teclas de una máquina de escribir; sin embargo "Selva negra" es eso, un método del surrealismo diseñado para llegar a lo más profundo y dormido de la mente humana ( imaginemos al Tártaros), donde se encuentra la más exquisita poesía, las letras más codiciadas  y los colores más apasionados ( también funestos) del arte en su totalidad- ¿Me pasé de Romántico?- Existen otros métodos para llegar al subconsciente claro está pero este fue el favorito para los surrealistas en el Vanguardismo (siglo XX), esta técnica se basa en tres elementos: el lápiz, la hoja, tu mente - Sin reglas lógicas pre-dispuestas, simplemente escribe todo aquello salte de tus pensamientos: olores, colores, nombres, texturas, formas, palabras, recuerdos, números, palabras inventadas, palabras que ya conocemos, sin puntos sin comas y tampoco signos de interrogación (o con ellos)  es como meter las manos en el vientre de Pachamama, llegar al subconsciente, a todo aquello que le hemos echado llave,  sin reglas, desnudos, así se llega al fondo de nosotros mismos, será ¿Nuestra ultima verdad? - Si se atreven y es de su agrado les recomiendo realizarlo, yo subiré una nueva entrada con el mio en los próximos días. Nos estamos leyendo ;)



Óleo de Fernando Céspedes




Ilustración de Mike Davis


miércoles, 22 de mayo de 2013

Como bicho

Giró lentamente en la silla de ruedas desde su viejo escritorio hasta la pared blanca al fondo del pasillo, sin prisa recorría su pequeña habitación y con una mueca de esfuerzo dibujada en el rostro alzó su torso y oprimió el interruptor en cuestión de segundos, de repente las luces de la casa se empezaron a encender paulatinamente, una tras otra: primero la sala, después la cocina y siguiéndole a esta el baño y su cuarto, donde nacían y morían las horas del día desde que iluminaba el sol por la mañana hasta que el amarillo rojizo  del ocaso le alertaba que se llegaba el fin de la jornada y paraba de escribir en la máquina que su padre le había regalado hace ya bastantes años y siempre hacer el mismo movimiento: girar las ruedas de la silla, atravesar el pasillo y oprimir el botón. Un libro reposaba sobre su regazo, "La metamorfosis" de Franz Kafka, él hubiera dado todo por despertar como Gregorio del mundo Kafkiano, convertido en un bicho gigante y escurrir su pegajoso y purulento cuerpo por las tuberías, grietas y campos abiertos del pueblo del que nada sabía y este al mismo tiempo desconocía de él, todos estos años, Diego intentaba ignorarlo y el pueblo lo ignoraba a él, a pesar de todo, sabía de hermosos valles con infinitos caminos pedrosos y jardines abandonados en los que la maleza, las ranas y otros habitantes de tan particulares ecosistemas habían asesinado la supuesta belleza que el hombre construía a su paso y devuelto a la suya propia, sabía de los altos árboles y sus melancólicos "rostros", inflados de savia y bellotas que caían de las ramas más altas...sabía muchas cosas de allá afuera, sabía tanto, pero no nunca había visto nada, desde niño atado al pórtico de su casa mientras su madre tejía y su padre araba, y ahora que se había quedado solo parecía no haber cambiado nada, sus piernas seguían igual de inmóviles, sus dedos tan ansiosos como antes por volver a la maquina de escribir  y el miedo por el paisaje tras la ventana que le exigía piernas o alas ...

 Pero, todos salieron aunque sea para morir... - susurró pensativo, postrado en la silla de ruedas aun frente al interruptor de luz , miró detenidamente su regazo y el libro que todavía seguía abierto, pensó por ultima vez en tan formidable historia y entonces, como si nada, se dejó caer al suelo y con su rostro adolorido contra la madera dedicó una ligera carcajada, presa de la adrenalina y la euforia usó sus brazos para arrastrarse fuera de aquellas paredes blancas, hacía el valle oscuro cuando la luna indica la juventud de la noche, sus brazos, sus dedos exasperados y el deseo era todo lo que tenía y siguió arrastrándose hasta deslizarse violentamente por las escaleras fuera de la casa y ahí, frente a él, con sólo levantar el rostro estaba el inmenso valle con una orquesta de insectos acariciando sus oídos con la mas dulce melodía, casi fúnebre, siempre viva, y así siguió hasta dar con un arroyo, arrastrando su pesado cuerpo entre rocas filosas y tierra húmeda, dejando un fino rastro de sangre que se encharcaba bajo su vientre herido cuando se detuvo a tomar aire, hizo un ultimo esfuerzo para levantar la mirada hacia el cielo, había recorrido el valle hasta el amanecer, se sentía como una mosca completando su tan corto pero fascinante ciclo de vida y en completo silencio dejó caer su rostro casi sin vida al suelo, oliendo las hierbas que crecían a su alrededor, observando la danza de grillos frente a él y como las luciérnagas se empezaban a apagar; entonces se convirtió en bicho en lo más profundo de su alma, un saltamontes quizá para saltar hasta las ramas o un escarabajo como en Kafka y esconderse bajo las rocas, Diego, que nunca fuiste crisálida, sé que habremos de morir todas las mañanas, para ser un bicho como tú, para que nos salgan piernas y nos crezcan  alas...




desconocido









lunes, 22 de abril de 2013

El trato


- tic, toc, tic, toc - era un sonido hueco, vacío, antiguo, como él.

 ¿Tus miedos tienen nombre?, ¿ Les has dibujado rostro?  - las preguntas saltaban desde su memoria en imágenes crudas y cálidas...al azar pero perfectamente ordenadas.
Entonces aquel hombre respondió a la voz que gritaba de sus entrañas:
No, los horrores y  los recuerdos no deben tener nombre, es un viejo creer de mi patria, Alemania...superstición - el hombre se arrastró desesperado por el suelo, en la oscuridad ahogado en su propia sangre y apoyó sus casi cadavéricas manos en el frío concreto, sus labios estaban agrietados y pensó en aquella dulce fuente de agua cristalina, mágica y el poder, esa ultima bala, fue como soplar a una torre de naipes, tan frágil. Sólo tirar del gatillo bastó para dejar en ruinas el ultimo Imperio, su propia raza.
Asesino...- mencionó aquel ser entre risas mórbidas mientras del vacío infinito se abría paso creando caminos de piedra con el fino roce de sus manos - has escuchado el sonido de mi reloj, pobre Raymond, entonces ¿Este es el final? - preguntó con voz gélida, sin esperar respuesta.
El hombre dejó de arrastrarse y sintió las manos frías de sus tormentos hechos carne sobre su piel, abriendo cicatrices y empapando de un pútrido carmesí sus labios hambrientos de la bendita fuente de agua y ahogando sus pulmones, lo sentía en cada poro, por primera vez.
Desesperado, entre gritos y suplicas, se encontró con los inexpresivos ojos de aquel ser y se dio cuenta que esa debía ser la lucha ultima, a la que todos se enfrentaban al final de la vida y a las puertas de la muerte. Peleaba contra sus miedos más profundos, ahí, tirado en la nada, atormentado y sin poder ganar. Raymond, escupiendo la sangre que brotaba de su lengua, lleno de odio preguntó: ¡Lo entiendo! Eres el horror hecho carne ¡¿Qué más?! - gritó mientras sus lágrimas empapadas de ira desaparecían en la oscuridad.
Y sereno el ser respondió:
 También soy deseos e ilusiones, una figura deforme - la voz volvió a hacer eco en sus pensamientos y el hombre quedó paralizado - en tu desquiciado corazón, que parece muerto, aun hay deseos...por eso estas sediento en la noche y en el día, deseas, Raymond, deseas. No eres muy diferente a los otros, cuando cae el ultimo pétalo y les desgarra la ultima espina, vienen a mi  o ¡¿yo voy a ellos?! -  el grito burlón imitó la voz desesperada del Ario .
 Sólo nómbrame - le susurró piadoso, satisfecho- ... y serás parte de mi.
Entonces, Raymond cerró sus ojos, ahogado en su propia locura y arrullado como un niño por la voz de sus tormentos, aceptó.
Ahora el demonio no era más una sombra deforme, Raymond en la batalla perdida contra si mismo, le había dibujado un rostro y le había dado un nombre  y pudo verlo, de carne y hueso, "...tú risa es como la mía, está llena de dolor" - pensó el moribundo hombre.
Se arrastró ciego buscando a sus propio demonio como un perro que busca a su amo, en voz baja y débil, inundada por la sangre de sus propia lengua pronunció por primera vez el nombre de sus miedos más profundos:... Julien - dijo en ruego y odio - llévate ese deseo que yace solo en mi corazón y dame a cambio algo de tu tiempo en ese maldito reloj... -
¡Pero, si soy la muerte! - rompió la voz en roncas carcajadas y entre murmullos dijo - soy un ciclo y todos los ciclos viven para tener que ser enterrados, como tu preciosa hija. Pero... - añadió con el reloj dorado entre sus manos - ¡Bienvenido seas Raymond Payne, este es el juego de las agujas de mi reloj! -  y la voz terminó fundida en el crujir de la madera podrida.
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Los ojos del hombre se abrieron desorbitados en completa desesperación, ¿Habría sido un sueño?, unos copos de nieve caían sobre sus dedos, ya no sangraba ni sentía sed, se quedó tumbado por unos minutos más, con  la mirada perdida en el retrato grotesco del demonio preso dentro de su mente, y con una sonrisa tan gélida como aquel cruel invierno, se dio cuenta que ya no sentía nada...
Julien - mencionó para sus adentros, sin poder sentir el frío ni tampoco su propio tacto, mientras se levantaba del suelo y crujían sus huesos, sacudía el polvo y la nieve de su traje - ¿Porqué aceptaste algo tan miserable como mis deseos? -




jueves, 7 de marzo de 2013

Un relato disfórico - Ciudad de ahogo

Caminé horas, perdido, por toda Caracas, con los brazos entrecruzados y la mirada firme al sucio concreto, el oxígeno tóxico de los autos y la zona industrial, el aroma de las panaderías al costado de las callejuelas y los puestos ilegales de comida rápida se venían sobre mi, sofocado, escuchando las voces de furia y prisa, me detuve un par de veces en alguna esquina para respirar profundo, recuerdo haber pensado que mis pulmones actuaban como un gato atrapado en una caja y rasgaba el cartón para poder salir, el semáforo había cambiado y los autos comenzaron a detenerse, caminé lento en medio de la vía mientras acomodaba discretamente pero desesperado las fajas que apretaban mi pecho, tenía miedo, pensé que estaba preparado para salir otra vez, me sentí débil, derrotado y mareado...me desvié un poco del bullicio y encontré una pequeña plaza sin nombre, uno de los pilares abandonados de la vieja ciudad seguramente, era muy colonial, me sentí a gusto, por fin tranquilo, agradecí el hecho de que no hubiese nadie en la plaza, no había miradas, sólo estaba yo de nuevo conmigo mismo, seguía mareado pero el aire ahí era más puro, cerré mis ojos y descansé en una de las bancas viejas, dejé mi mente volar, olvidé por completo lo sofocante de las vendas en mi pecho y lo disfruté, olvidé las marcas en la piel, sonreí pues me di unos minutos para dibujarme un pecho plano y creerme lo, me di unos minutos para dejar de sentir dolor y dibujarme ahí, fuera de ese cuerpo, me dibujé como si fuera un muñeco de papel, tan ligero, de plastilina, tan moldeable y uno de carne, tan real. Tal vez si estaba listo para enfrentarme al mundo de nuevo, mientras sentía que la ciudad me golpeaba y me volvía débil, también pude observar aquellos hermosos colores que deleitaban mis pupilas cada vez que levantaba el rostro para mirar hacia adelante buscando valor, pude palpar las texturas cada vez que liberaba mis brazos de mi pecho que estaban aferrados a el para que nadie notara esos dos bultos que tanto me abatían, las vendas podían lastimar mi cuerpo pero me regalaban un instante de liberación, un instante en el que podía creerme que ya era todo lo que deseaba, que lo había alcanzado por fin, un instante de reposo en la constante batalla aquí adentro, yo voy a alcanzar todo aquello que anhelo, tal vez, esta ciudad de ahogo me está empezando a gustar, tal vez algún día ella me vea cambiar, me vea nacer de nuevo sobre la cuna de las hormonas, tal vez el panadero que me vende el almuerzo en aquel momento ya no me reconozca, esta ciudad de ahogo me ha herido, me ha maltrecho y aquí me he perdido, pero también he luchado y mis piernas me han obligado a caminar y caminar sin detenerme jamás, sin duda la ciudad de ahogo, en mi mente, es el lugar en el que me hago más fuerte.



imagen: Machinarium 












Dibujos a terceros

...dibujé, caras blancas y morenas, pero no me vi en ninguna de ellas, dibujé miles de escenas, dibujé hermosas montañas de arena, dibujé...y me encontré sentado bajo la tundra, acurrucado y dormido, furioso y perdido, soñé que me buscaba, soñé pero no encontré nada -

miércoles, 6 de marzo de 2013

El grito de Bianca

Sus pies blancos hacían crujir la madera, caminaba a paso lento mientras sentía el pesado olor a tiempo cargado de años, ciclos de luna y de sol. Intentó hacerse suyas las vidas que ahí se habían refugiado alguna vez, que por una noche habían dormido y no despertaron jamás, sus ojos descansaron en la oscuridad y escuchó...
 El lejano sonido del silencio, el mudo vacío...y una orquesta de ranas y grillos 

La lampara de aceite ya se había consumido...ahora se refugiaba en los verdes prados que dibujaba en   la oscuridad, como su hogar antes del cruel invierno. Ahí terminaban todos, los débiles, los enfermos y los que ya habían sido deshechos, todos...uno por uno, en completo silencio conocían los hermosos ojos del ángel. En una de las cuatro columnas iluminadas por la luna que se filtraba entre la madera, grabado por un cincel, cita: "Aquí Tánatos, el joven hermano...la muerte pacifica, suerte aquel que entre en este su hogar..." - pues no conocerán a Keres más allá de esto - terminó la cita en voz baja, ya la había escuchado antes, de pequeña, a todos los niños se les enseñaba aquella plegaria de leyenda...

Bianca había enfermado "del vomito necro" ...sin cura, sin oración, silencioso, lento y mortal que había despedazado a clanes completos, a los rebeldes del imperio, a los hijos de la casta, a los esclavos, a los civis libres y guerreros. Tribus enteras más allá de las montañas recorrían semanas y meses con sus enfermos a cuestas , el dulce canto del brujo y el lamento de la madre para dejarlos dormir por siempre en el templo de la muerte, en el frío suelo, sin comida ni agua, sus últimos días en completa oscuridad, en completo claustro bajo los pies de aquella plegaria...como Bianca, ya no podía escuchar los pasos de su maestro que la había dejado ahí, para dormir por fin, ya no podía escuchar nada. Los finos dedos acariciaban sus oídos sangrantes, ya estaba por descansar finalmente, ella lo sabía, su corazón latía más lento y nada dolía, cerró sus ojos nuevamente y susurró una antigua canción que su madre en las nevadas le había enseñado.."Grita...llora, hasta que la luna este llena, grita...llora y sonríe pues esta es la ultima vez" ... sus parpados se ciñeron sobre sí más pesados que antes, de piedra, ya había olvidado el frío y el vacío templo...oscuro, no podía sentir sus manos pero estaban húmedas, ella lo sabía, era su ultimo pensamientos...y sus piernas parecían desmembradas. Lentamente se dibuja una silueta roja en torno al cuerpo inerte de Bianca en medio de la oscuridad, sin ningún ruido, sin oposición, parecía una ofrenda macabra, era el grito desesperado de un cuerpo muerto..."He aquí Bianca, pues alcanzó el Tánatos, y este su hogar"